La discriminación llegó desde hace mucho tiempo y por desgracia, pareciera, para quedarse.Está presente en la sociedad, nadie lo puede negar.
En primer lugar, atacando a la educación, que es la base de la moral y la ética ciudadana. Extrañamente, las escuelas son espacios en los cuales se vislumbra la discriminación, por distintos temas: salud (ej: discapacidades, obesidad) y racial (ej.: aspecto físico, nacionalidad, posición social, color de piel, etc.)
¿Qué raro no?, la sociedad se jacta de enseñar en las instituciones educativas a aceptar lo diferente y sin embargo las instituciones son prácticamente centros de discriminación.
En segundo lugar, puede percibirse esta temible actitud en el ámbito laboral, en cuanto a la edad, estado físico y, nuevamente, la salud.
No queremos dejar de mencionar las cuestiones de género, en algunos casos, por el simple hecho de ser mujer una puede estar en riesgo, ya que se considera el hombre más apto para trabajar. Además, no contratan al sexo débil si están embarazadas, porque esto significa un doble gasto para la empresa debido a las licencias por maternidad y otras.
¿Es acaso correcto discriminar a la gente? ¡No!, definitivamente no, porque con ello contribuimos a crear una sociedad que apoya valores negativos, y por lo tanto, una sociedad injusta.
Rocio Sosto
Flavia Coria
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